PALABRAS ACTO DE INSTALACIÓN DE LA ASAMBLEA
SOBERANA POR LA RECONCILIACIÓN, LA PAZ Y EL PROGRESO DE CONTRATACIÓN Y LA
REGIÓN.
“Todo parece imposible, hasta que se
hace”
Con
este mensaje del líder Mandela, quiero dar las buenas tardes a todas y todos,
amigas y amigos que han decidido acompañarnos esta tarde, apartándose del
descanso al lado de sus familias, para ser testigos de este momento
trascendental para la vida, la reconciliación y el futuro del Municipio.
Y
permítanme decirles gracias, anticipadamente por este acto de fe. Estar aquí es
un primer paso, tal vez en un largo camino que tendremos que recorrer, pero
principio tienen las cosas.
Sueño
que aquel día que se cuente esta historia, se diga que fue justo un día en que no
había luz eléctrica en el Municipio, cuando el deseo y la voz del pueblo
organizado se convirtieron en luz para iluminar el camino de su reconciliación y
desarrollo.
Llegar
hasta este momento de instalación no ha sido fácil. Pasar del “decir al hacer” significa vencer
toda suerte de obstáculos y dificultades, propios de todo proceso de
construcción colectiva. Este camino también
ha estado empedrado de dudas, prejuicios, preguntas, desconfianza y apatía. Pero justamente todos estos interrogantes que
encontramos en el camino, también expresan y revelan una necesidad profunda de inquietarse
y hacer algo por cambiar la situación.
Es
un hecho que no podemos cambiar el pasado, pero podemos actuar en el presente
para construir el futuro. Y creo no equivocarme al decir que “la necesidad de
actuar ya” es una primera idea que nos une y por la que estamos aquí reunidos hoy.
Con
seguridad, son muchas las lecturas y razonamientos que se hacen para intentar
responder a la pregunta de ¿por qué nuestra convivencia ha llegado a los
niveles de deterioro en el que nos encontramos?.
En
las cafeterías y en las calles se escuchan voces que hablan de injusticias, de apetitos
desmedidos de poder, de problemas de corrupción, de la primacía del interés
particular sobre el general, de falta de sentido cívico, de poca solidaridad,
de desconocimiento de la historia y baja pertenencia, de crisis de liderazgos,
en fin, todas voces que apuntan a un malestar general, y tal vez cada una de estas
voces tengan parte de razón y verdad.
Sin
embargo, mientras todo este caudal de expresiones y explicaciones ganan nuestra
atención y llenan nuestra cotidianidad de impotencia, rabia y malestar; asuntos
muy importantes como la vida, la felicidad y el futuro de nuestro Municipio están
quedando relegados al cuarto del olvido.
Nuestra cotidianidad se llena de pequeños asuntos y anécdotas, descuidando
preguntas tan sencillas como profundas y que son, tal vez, las que mejor
expresan el deterioro al que hemos llegado como sociedad. Permítanme recordar algunas de ellas:
¿Hasta
dónde es posible y necesario seguir dependiendo, como hasta ahora, del papá
Estado, que nos provee subsidios, salarios oficiales, pensiones y programas
sociales?
¿Es
posible asegurar una vida saludable y autónoma en un Municipio, donde el
descuido ha hecho que los pocos campesinos que quedan ya no produzcan alimento
y lo peor, que el Municipio esté dedicado a consumir sin saber de dónde y cómo
se produce lo que se consume?
¿Es
viable un Municipio que en los últimos 15 años ha dejado ir más de 1500
personas sin preguntarnos por qué?
¿Puede
tener futuro un Municipio que tiene más pensionados que jóvenes, y donde los
pocos jóvenes que terminan su bachillerato les toca salir a otros lugares en
busca de oportunidades de estudio y trabajo?
¿Al
paso que vamos, hasta cuándo nos va a durar el agua que tenemos?
¿Seguiremos
produciendo cambios en la vida del Municipio, desconociendo su historia, su
cultura, su riqueza y su potencial?
¿Será
que al cabo de 10 años quedará alguna calle empedrada, que cuente la historia
de la diversidad y la diferencia, que un día tuvimos, o estaremos condenados de
por vida a soportar la homogeneidad gris y el calor de la placa de cemento?
¿Por
qué ya casi no se escuchan tiples y requintos o historias y leyendas de seres
misteriosos? ¿por qué nos atrae más las
historias cantadas de hombres violentos y capos, que salir a disfrutar del
canto de los pájaros y el sonido de la quebrada?
¿Dónde
quedó el espíritu comunitario de otros tiempos, los grandes logros y las gestiones
colectivas, el deseo de servir y ayudar al otro desinteresadamente?
¿A
dónde fueron a parar los buenos días, las sonrisas, los abrazos, el buen trato,
los saludos afectuosos, las buenas caras, el respeto a los mayores, el valor de
la palabra, el compartir con el vecino, las buenas costumbres y la condición de
no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan?
Queridas
amigas y amigos, si queremos restablecer una convivencia verdadera y duradera, también
tenemos que pensar en todos estos asuntos. El ámbito de la política es muy
importante y necesario y en él tendremos que corregir y mejorar muchas cosas,
pero la vida, la felicidad y la convivencia pacífica, pasan también por ámbitos
como la familia, la escuela, el trabajo, la calle, los medios de comunicación y
por nuestra salud mental.
Este
es el reto mayor que tenemos y enfrentamos hoy.
O nos dedicamos a hablar de asuntos personales, de la debilidad humana, del
egoísmo, de los odios, de la carencia, del malestar ó nos enfocamos en aprovechar
nuestro potencial y a encontrar soluciones creativas a esta crisis, empezando
por aceptar que todos tenemos algo de culpa, por acción u omisión y que por eso
mismo, todos tenemos algo que ver en la solución.
Nos
hemos propuesto crear este espacio llamado ASAMBLEA SOBERANA POR LA
RECONCILIACIÓN, LA PAZ Y EL PROGRESO DE CONTRATACIÓN Y LA REGIÓN, para intentar
hacer un alto en el camino, para conversar, reflexionar, encontrar lo que nos
une y llegar a acuerdos que nos permitan enfocarnos en las soluciones y propuestas. Ese es el sentido y el propósito que nos
animó a convocarnos colectivamente.
Este
ejercicio de soberanía popular ya lo han practicado más de 300 municipios en el
País, unos con más aciertos que otros, cada uno con su propia manera de hacerlo
y con objetivos distintos.
Señores
Asambleístas, hoy estamos dando un paso muy importante pero no es suficiente. Es apenas un comienzo, nada está dicho ni
resuelto todavía, todo dependerá del nosotros.
La tarea es grande. Para empezar,
la Asamblea es autónoma para construir sus propias reglas de participación y
una forma de organización que garantice
los derechos de todos. También deberá
diseñar las estrategias necesarias para lograr la integración, el respeto y la
unión de voluntades en torno a propósitos comunes. Otra tarea es la de incidir en el Plan de
Desarrollo que está en construcción y hacer control social sobre sus
ejecutorias. También se propone concertar
una visión del Municipio a 20 años. Y para que todo esto sea posible, la
Asamblea tendrá que abrir espacios de capacitación y formación.
¡Sí
es posible!, si somos capaces de dejar a un lado los intereses personales, si desarmamos
la palabra, si podemos expresarnos con fundamento y sinceridad y sin el temor
de ser señalados y juzgados; es posible si nos respetarnos en medio de nuestras
diferencias y necesidades, si somos capaces de poner por delante el desarrollo
y progreso del Municipio; entonces, habremos hecho de este espacio una
oportunidad para la reconciliación y el progreso de Contratación.
Pero
si somos inferiores a este reto, si convertimos este espacio en una trinchera
de guerra, si trasladamos las disputas, los agravios y agrupamientos al
interior de la Asamblea para hacer demostraciones de poder, para hacer juicios
y condenas, para expresar odios y venganzas o para canalizar intereses
particulares, habremos desperdiciado una oportunidad histórica, y habremos
fracasado en nuestro intento por reconciliarnos y hacer la paz verdadera.
Vamos
a darnos la oportunidad de intentarlo. Creo
firmemente en la gente que veo a mi alrededor.
No somos perfectos ni santos, ni tan buenos ni tan malos, somos seres
humanos que podemos aprender, corregir y mejorar. Creo firmemente en el poder
del contagio de las buenas acciones, creo que una buena acción o una respuesta
positiva puede reconstruir un tejido o transformar una realidad.
Los invito a que soñemos juntos, a
recuperar la ilusión colectiva, a sumar, a dar lo mejor de sí, a dejar salir
esa promesa de bellos seres humanos que podemos llegar a ser. ¡Sí es posible construir felicidad humana!,
es un derecho humano y nuestro mayor tesoro.
“Siempre viva la felicidad”, es el lema de
nuestra convocatoria. Es decir, trabajar
juntos para que la vida y la felicidad sean duraderas, ojalá para siempre.
Que sea la vida, y bienvenidas todas y
todos a esta aventura humana.
Gracias.
PEDRO
PABLO RINCÓN